El Maestro y Director de la Orquesta Sinfónica y la Juvenil de La Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, José Bartolomé Martínez, afirma que ser parte de la comunidad superior es una bendición para él: “Soy afortunado. Tengo el mejor trabajo del mundo”, nos dijo.
Con 24 años de experiencia como docente y director de orquestas, Bartolomé nos revela que su primer contacto con La Superior fue a los 10 años de edad cuando llegó para cursar sus estudios de violín. Años más tarde regresó gracias a la invitación que le hicieron para dar cátedra en la institución.
Él mismo nos comenta que su mayor satisfacción es ver la constante evolución de los alumnos. Y es que, ser testigo de la creatividad de los niños más pequeñitos que asisten a sus clases de la academia Suzuki y después ver a los alumnos intermedios en la Orquesta Juvenil, hasta llegar con los mayores en la Orquesta Sinfónica es un enorme privilegio “Ver esa transición, su desarrollo y como llegan al más alto nivel es una gran satisfacción, pero sin duda esos logros son de todos los maestros, porque embonar esos talentos y esas capacidades desarrolladas es trabajo de equipo”, enfatizó.
Ante los retos vividos por la Pandemia por COVID 19, menciona que en particular le ha afectado el hecho de no poder trabajar de forma simultánea con todos los estudiantes, la orquesta se ha tenido que dividir por secciones, en horarios y días diferenciados. “Ha sido un gran reto. No hemos podido tocar todos al mismo tiempo, ha sido un desafío grande”, comentó. “Sin embargo, hay alumnos que se han familiarizado muy bien y muestran un crecimiento muy importante, han sacado partida de eso”.
Al hablar de la importancia de la Escuela, el Director de la Orquesta Sinfónica mencionó que en su opinión, La Superior es la mayor exponente de formación cultural del Norte del País. “Es un hit que tenemos en Nuevo León, con maestros y personal de mucho valor”, puntualizó.
Feliz de trabajar en un ambiente único, José Bartolomé dice que toda la comunidad hace que la Escuela sea especial. “Hay un aire permanente de respeto, de entusiasmo, de alegría que al llegar ahí hace que no bajes la guardia, por eso digo que yo tengo el mejor trabajo del mundo”, finalizó.
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